Esto también es suficiente
- PAPYRUSVITA
- 13 sept
- 1 Min. de lectura
Una carta íntima sobre quejas, gratitud y esa fe sin nombre que aparece cuando nos detenemos.
A veces me dicen: “vos siempre ves el lado bueno”.

Y sí, es cierto. Aunque también protesto.
Cada día me regalo unos minutos para soltar lo que pesa.
A veces lo digo en voz alta, como quien barre el polvo del alma. Otras veces me lo guardo, en silencio, como quien deja que algo se asiente.
Pienso: no tengo trabajo fijo… no logro lo que quiero…
Y mientras tanto, en el grupo, se cruzan quejas que ya son parte del paisaje:
“Estoy harta del calor”,
“odio los mosquitos”,
“no me alcanza la plata”,
“tengo que ir a trabajar”,
“la humedad me mata”.
Las escucho y me reconozco.
Algunas me hacen sonreír, otras me duelen.
Todas tienen algo de verdad.
Y en medio de ese coro cotidiano, algo en mí se acomoda distinto. No porque no me queje, sino porque también me nace mirar lo otro.
Lo que sí.
Lo que está.
Lo que no falta.
No me gusta el frío.
No tengo un salario fijo.
No tengo eso que quiero (todavía).
Pero tengo salud.
Tengo familia.
Tengo una casa que me cobija.
Tengo palabras que me sostienen.
Y entonces me pregunto, con una mezcla de ternura y asombro: ¿de qué podría quejarme?
Me descubro bendecida.
No por magia, ni por azar.
Sino por esa fe sin nombre que aparece cuando me detengo y miro con calma.
Esa voz suave que me recuerda, sin apuro:
esto también es suficiente.
-D
Si alguna vez te descubriste quejándote sin querer, o agradeciendo sin saber por qué, este espacio también es tuyo. Podés dejar tu comentario, compartir tu propia lista de “lo que sí”, o simplemente leer en silencio. Gracias por estar.
Comentarios